No es ningún secreto que el inquilino de Palacio, Pedro Castillo, ha decidido aferrarse con uñas y dientes al cargo aunque para lograrlo deteriore aún más lo poco que queda de institucionalidad en el país.
La Policía es una de las instituciones más afectadas por este manoseo que viene haciendo el mandatario cuya urgencia no es revertir las altísimas cifras de inseguridad que agobian al país, sino lograr impunidad.
Para lograr su propósito, el principal obstáculo es el jefe del Equipo Especial que lo investiga, por lo que no dudó en descabezar a toda la Policía en su afán de sacarlo del camino. Es más, el pasado 1 de setiembre logró que Inspectoría de la Policía, es decir los policías que se han alineado a sus propósitos irregulares, abrieran una nueva investigación contra el coronel Harvey Colchado, demostrando que no pararán hasta cumplir con el encargo de enviar al retiro a quien se niega a ser su cómplice.
El señor Pedro Castillo, quien ya se acostumbró a enmudecer cada vez que asiste a declarar a la Fiscalía para luego autoproclamarse inocente, es el causante de la salida de cada vez más oficiales honestos y -dadas las actuales circunstancias- heroicos, al resistirse a sus propósitos reñidos contra la moral y la honradez.
Este es el caso del coronel Juan Asmat y general Ricardo Trujillo, quienes han preferido renunciar a sus cargos de jefe de la Dirección General de Inteligencia (Digimin) y director de Inteligencia, respectivamente, para no ceder a las presiones del Ejecutivo que les encargó nada menos que dañar el trabajo del Equipo Especial que investiga y ha puesto al presidente Castillo contra las cuerdas.
Se sabe que los renunciantes habían recibido la orden de reducir en 70% el presupuesto para la Dirección de Búsqueda de la Digimin, es decir de quienes trabajan en la ubicación del exministro prófugo, Juan Silva, los sobrinos de Castillo, etc.
Lo que Castillo no podrá evitar por más que presione a quienes investigan sus delitos, es que la población y la Fiscalía de la Nación sigan observando atentamente cómo un presidente con seis investigaciones abiertas en su contra por diversos delitos, abusa del poder para obstruir la acción de la justicia. No siempre le será posible negarse a ver la abrumadora cantidad de hechos y documentos que apuntan en su contra.
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