El ministro de Salud Oscar Ugarte escribió ayer en redes sociales que la principal preocupación del Gobierno en el manejo de la pandemia es el riesgo de una tercera ola, porque la variante Delta ya circula en el país y que, por ello, es sumamente importante vacunar a más peruanos con dos dosis.
Es innegable la celeridad creciente que el Gobierno de transición le imprime al proceso de inmunización, hasta el 30 de junio eran casi tres millones los peruanos vacunados con las dos dosis de Pfizer, Sinopharm y AstraZeneca, una cifra impensable hasta fines del año pasado debido -en ese entonces- a la poca disponibilidad de vacunas.
Los piuranos saludamos el éxito en la compra de más ampollas y el optimismo del titular de Salud, con su actitud levanta la moral del personal de primera línea y de los grupos de peruanos vulnerables. Sin embargo, tampoco es bueno caer en peligrosos triunfalismos, conviene no perder de vista que el objetivo no es proteger de las garras del COVID-19 a tres sino a veinte millones de peruanos, la mayoría residentes a lo largo y ancho del territorio nacional, y no solo en Lima y Callao.
Con el zumbido de una tercera ola en el oído, los piuranos no nos resignamos ni ahora ni mañana a que desde Lima se siga hablando de una mayor celeridad en la vacunación o que ya se inició la inoculación de peruanos de 50 años a más e incluso que este mes se hará lo propio con los de 47 a 49 años; cuando acá en la segunda región en población del país se nos sigue enviando lotes irrisorios que no guardan relación con la cantidad de habitantes.
Que las autoridades sanitarias y regionales no den la talla para cumplir con la delicada misión de defender el derecho a la salud y a la vida de más de dos millones de piuranos, no justifica que se les condene a esperar que los fármacos sigan llegando a cuentagotas. Más aún cuando la sociedad a través de sus instituciones y empresas privadas ha enviado dos pronunciamientos exigiendo al Ejecutivo incrementar la dotación.
Si la Dirección de Salud y el Gobierno Regional quieren recuperar en algo la confianza de los ciudadanos decepcionados por su improvisación y mal manejo, deben aliarse cuanto antes con el sector privado, dejarse asesora por el Colegio Médico y demostrar eficiencia para que el Minsa abra más el caño de las vacunas. ¿Podrán?