En lo que va de la pandemia -por duro que suene-, el Estado, en su diversos niveles de gobierno, ha demostrado ineficiencia y una lenta reacción, en parte debido a viejas fallas del sistema de salud público y al hecho de que ningún país estaba preparado para una pandemia de grandes proporciones como la actual. Cierto, pero también es verdad que muchos de los actuales problemas sanitarios se deben en gran medida a la corrupción e indolencia estatal, como acaba de demostrarlo el caso “Vacunagate”.
Si bien son numerosas las necesidades que se debe atender en la población, en 2020 y en lo que va del presente año lo más apremiante ha sido y sigue siendo conseguir oxígeno medicinal. En la tarea de adquirirlo, en casi un año de pandemia la Iglesia Católica ha demostrado no solo mayor sensibilidad social, sino eficiencia para atender esta necesidad.
Las parroquias de Piura, como la de San José, y el nivel de organización logrado para brindar no solo oxígeno, sino atención médica oportuna, es un ejemplo de cómo es posible lograr mayor eficiencia contando con la solidaridad y participación de la comunidad.
¿No debería replicar el Gobierno Regional estas experiencias que están dando buenos resultados, en lugar de destinar fondos a una polémica campaña a favor del uso de ivermectina? Es un despropósito que el gobernador salga a declarar en medios de difusión nacional que Piura tiene suficiente abastecimiento de oxígeno para darles a otras regiones, cuando los sacerdotes que buscan este producto todos los días, ya no saben qué hacer para cubrir la demanda cada vez mayor por el aumento de contagios. ¿No debería haberse instalado ya una planta lo suficientemente grande para abastecer a estos pacientes que, por el colpaso de los hospitales o temor a no ser priorizados, se quedan en sus casas a luchar por su vidas?
En ese sentido la campaña Respira Piura, emprendida por el Arzobispado, que busca conseguir donaciones para adquirir una planta productora y auxiliar a los enfermos tratados en sus hogares (bajo supervisión médica), merece todo el apoyo de los ciudadanos. Padres de familia, compañeros de trabajo, grupos de oración, de deportes, amigos dentro y fuera de Piura, todos podemos ayudar a salvar vidas.