La ley que propone dar todos los beneficios que brinda una mype a una empleada del hogar, en fondo, atenta contra el futuro laboral de estas pues, ¿cuántos hogares del Perú se encuentran en condiciones de dar aguinaldos y compensaciones diversas sin que la economía les quede como mesa coja?
Ya bastante castigo han tenido los hogares de todo el país con el detenimiento de la economía, con la caída de mypes, con la desaceleración y la infame suspensión de labores que ha puesto contra las cuerdas a la población económicamente activa; llevar nuestras cifras a las mismas de la posguerra con Chile significa un panorama bastante complicado para todos. Este es precisamente el peor momento para dar rienda suelta a ese populismo de baja estofa que no defiende estratégicamente los intereses de la ciudadanía, sino que la coloca al borde del precipicio. Suficiente daño se le hace a la gobernabilidad con la absurda discusión de los fondos de la ONP como para introducir un nuevo asunto que no solo no suma nada positivo al ánimo nacional, sino que divide los humores.
La labor del actual Congreso debería ser dar luz verde y hacer realidad las reformas políticas que la ciudadanía pidió en referéndum. De estos temas no se sabe nada, salvo críticas por su lentísimo avance. ¿Se pretende tapar la mediocridad de los actuales representantes del parlamento con propuestas sacadas de la manga a última hora para presentarlas como grandes demandas ciudadanas? Sí, las empleadas del hogar, como todos los trabajadores del país, merecen estabilidad laboral, pero este no es el mejor escenario.
Hay un sector del Congreso que parece inspirado por la frase “destruir para construir”. ¿Destruir qué? ¿El país? ¿Las minúsculas economías familiares? ¿Acaso piensan los promotores de dicha ley en las familias donde padre y madre trabajan a medio sueldo y necesitan ayuda con sus hijos? ¿Piensan los epígonos de gracos de nuestra era que todo hogar con una empleada puede pagar CTS? ¿Piensan estos señores que solo en San Isidro (Lima) hay empleadas del hogar? Congresistas, déjense de abrir grietas en la ciudadanía, den curso a las reformas políticas y tengamos un país más saludable para el Bicentenario. Entonces, la nueva representación podrá resolver los asuntos pendientes, con una economía reequilibrada y viable.
