Esperemos que con la intervención de la Dirección Desconcentrada de Cultura de Piura en el inmueble que fuera la sede del Colegio San Miguel (en grave peligro de desaparecer, el histórico inmueble pueda salvarse para que, reconstruido, sea sede de la Casa de la Cultura. Ninguna autoridad local ni entidad nacional se hizo cargo de salvar aquella edificación que fuera el aula del escritor Mario Vargas Llosa. Esta indiferencia oficial sería inconcebible para colombianos, ecuatorianos, chilenos o argentinos, que han hecho santuarios de la intelectualidad e historia las casas donde nacieron, vivieron o pasaron una temporada figuras como Gabriel García Marquez, Guayasamín, Pablo Neruda o Jorge Luis Borges, etc.
Perdimos para siempre la Casa Eguiguren, de la calle Lima, que era uno de los más bellos ejemplos de la arquitectura republicana, como vamos a perder -seguramente, muy pronto- la Casa Temple, que es la única casona con historia virreinal que nos ha quedado luego de que las iglesias coloniales de Belén, Santa Lucía y Mercedes cayeron bajo la picota demoledora a vista y paciencia de autoridades incultas. La tradicional “Casona” de la Plaza de Armas, inspiradora de historias de don Enrique López Albújar, no corrió mejor suerte pues fue demolida, con autorización del Instituto Nacional de Cultura, para que un banco local tuviera su sede central. El Banco Continental, en contraprestación por esta autorización, ofreció a Piura dedicar una sala de su nuevo edificio a la memoria de López Albújar, ofrecimiento que nunca se cumplió.
A este historial de vergüenza se pueden agregar los inmuebles del Centro Histórico de Paita donde la Aduana se hunde bajo el peso de sus años y la humedad del mar; así como la pequeña iglesia de La Merced. Las antiguas casas de balcones elegantes, sus callecitas con sabor tradicional o el inmueble del recordado Club Liberal constituyen un patrimonio monumental en riesgo de desaparecer. La “Casa Sojo”, en el distrito de La Huaca, va también por esa ruta.