Para la EPS Grau parece que no hay milagro que la salve, según el diagnóstico del nuevo gerente Marco Vargas.
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El problema, sin embargo, es que con su catástrofe arrastra a miles de ciudadanos y familias que dependen de un elemento muy importante para la vida diaria: el agua potable. Si es cierto que en vez de producir más y mejor agua se ha reducido su producción, quiere decir que se avecinan muchos años más de sequía.
Problema aparte es el boicot que denuncia el nuevo gerente. No es posible que la pugna por manejar a esta destartalada empresa haya originado un enorme problema de desabastecimiento que está afectando a miles de familias en este momento, pues misteriosamente se malogran en simultáneos varios pozos, incluidos aquellos que hace unos días fueron reparados como el pozo Miguel Cortez.
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Frente a este problema de insolvencia, baja producción y un supuesto boicot que traba las operaciones y la compra de equipos para los pozos, la Defensoría y la Fiscalía de prevención de delitos hacer rato que debieron intervenir porque de por medio está la salud de la población antes que los intereses de unos cuantos.
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