Según estudio de la
Asociación de Desarrolladores Inmobiliarios del Perú (ADI Perú), en el país se estima que el 95% de las habilitaciones
urbanas son informales y que el 80% de las viviendas
son producto de la “autoconstrucción”, e incluso, en las zonas periféricas de las ciudades, esta
cifra llega al 90%.
La insuficiencia de viviendas adecuadas y la vulnerabilidad del hábitat, son reflejo de la difícil
situación económica y social que vive buena parte de la población del Perú; y ante esa situación, muchas familias están expuestas ante
desastres naturales como terremotos, lluvias e inundaciones.
La “autoconstrucción” se define como la manera en la que una persona o familia
construye su vivienda con sus propios recursos, sin contar necesariamente con
asesoría profesional, tanto en la etapa del diseño como en la ejecución, lo cual pone en riesgo a la integridad de las personas que las habitan.
Además, muchas veces tampoco gestionan una licencia municipal de edificación. En ese sentido, esta forma de construir puede generar riesgos que se puede evitar con asesoría y prevención.
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Lugares informales
En el
Perú hay diversas viviendas en urbanizaciones no formales, que no cuentan con permisos
ni licencias, ubicadas en zonas de alto riesgo como quebradas, riberas de ríos o laderas de cerros, que están catalogadas como no habitables y son más vulnerables debido a que están expuestas a ser afectadas por fenómenos naturales.
Durante este año el país ha sufrido por los
deslizamientos y huaicos en el ande peruano, donde centenares de viviendas han sido sepultadas, dejando a decenas de fallecidos y familias damnificadas.
Para evitar estos riegos, se debe adquirir un terreno en una habilitación formal que cuente con todos los estudios y permisos necesarios, además de
asesorarse de profesionales para el diseño.
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