A meses de cumplir 40 años, el artillero peruano Paolo Guerrero sabe más por viejo que por diablo. Lleva una pobre cuota goleadora, pero su reciente presencia en la Liga de Quito (LDU) ha inspirado seguridad en el equipo albo.
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El “Demoledor”, de 1,85 metros de altura, debutó en agosto, anotando en tres ocasiones para importantes victorias que catapultaron al club a la final de la Sudamericana 2023, a disputarse el sábado en Maldonado (Uruguay) ante el brasileño Fortaleza.
“Siempre hacer goles motiva”, expresó hace poco el jugador que a los seis años se inició en Alianza Lima y como juvenil escaló al Bayern Múnich para ser discípulo del exgoleador de las selecciones alemanas Gerd Müller.
Fue fichado por seis meses y demoró en satisfacer a la exigente afición del “Rey de Copas” ecuatoriano al menos en el torneo regional, pues lleva sequía goleadora en el certamen nacional.
Pero el guerrero inca, que también ha militado en equipos de Alemania, Brasil y Argentina, cumple otro rol en las filas universitarias: el de generar confianza.
“Lo que sí le da al equipo es confianza”, dijo el analista deportivo Alfonso Laso, anotando que por su trayectoria además roba la atención de los contrarios y abre espacios.
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“Hace que los ojos de la gente se vayan con él, así como de los rivales, y permite que varios de los chicos crezcan, unos que habían estado un poco tapados, unos a los que se les pedía más porque sabíamos que podían dar más”, agregó.
Paolo, nacido en Lima el 1 enero de 1984 y campeón en diversas competencias con el Bayern, Corinthians y Flamengo, suplió en Liga “lo que le falta: un nombre de peso para que a partir de ahí otros nombres crezcan”, según Laso.
El infaltable delantero de la selección peruana desde el clasicatorio para el Mundial de 2006 “no llegó al país como el gran goleador”, manifestó el comentarista deportivo Aurelio Dávila.
“Su contribución es en otro sentido, es arrastrar marcas, a que el rival se entretenga en él para que los compañeros puedan hacer cosas diferentes”, añadió.
Y para eso le sobran atributos al “Depredador”, de linaje futbolero al ser familiar de los históricos del balompié peruano Oscar y Carlos Gómez Sánchez, Héctor Chumpitaz y Julio “Coyote” Rivera.
“Mi familia es muy futbolera. No sé si me lo inculcaron, yo ya nací con la pelota. Para cuando tenía seis años, entré a un equipo y desde allí, ya pensaba que yo iba a ser futbolista de grande y nunca tuve una duda”, declaró en 2015.